lunes, 1 de julio de 2019

Vorágine de aquel amor abandonado

La importancia de no sentirse sola.
Querer escapar de la ansiedad atronadora.
Retumba, poderosa.
Vierte verdades donde ya no caben.
Atravesando noches sin luna.
Viendo pasar el tiempo de una.

Rema fuerte, pero
constante.
Raudas corrientes embisten.
Fieros demonios acosan.
Recias tormentas sacuden.
Sigue, sigue remando,
pues nada se detendrá por ti
ni tú puedes detenerte por nadie.
Rema, rema constante.
Sé terca, desafia a la vorágine.

Se desgastó tu corazón
por prestarlo, asumo.
Se propuso vestirse de espinas
y al pasado caprichoso
le cantò, insulso:
"Quisiera quererte, 
pero no puedo.
No puedo quererte bien,
no puedo quererte mejor,
no puedo quererte ahora,
mientras reste
esta consciencia
de presente reminiscencia
que mi futuro traba
y me suma
en esta harta dolencia."

¿Cómo querer
como tú me quisiste,
distante rocío?
Destapé el velo
de mi alma
contigo
y desde entonces
me tienes
cautivo.
Que mienta el eros
sin descanso
al destino
para toda una vida.
Una vida
sin brillo.

No es vida,
si enamorada
y amante
no riman.
No es vida,
si tu carmín
mi sonrisa
no pinta.
No es vida
si te sueño
porque vivirte
no puedo.
Y qué bello
mirarle a los ojos
al amor
sin saberlo.

lunes, 17 de junio de 2019

El ocaso de los incomprendidos

Tus ojos son como dos universos, 
mascullan historias de infinita agonía
sobre aquel agujero negro conocido como amor, 
saldadas a bardos sin blanca
y jóvenes poetas inexpertos
faltos de desgracias que poder contar

¿Cuánto habrán visto tus pupilas
para que sufran ante un "¿qué tal?"?
¿Cuántos días habrán sido de lluvia
para que hayan olvidado el aroma
de los pétalos navegando
a bordo de brisas primaverales? 

¡Cómo callan tus ojos!
Si una mirada pudiera hablar

la tuya vestiría de pijama
para apagar sus chillidos
cuando las estrellas se encienden
y la ciudad enmudece. 

Tus dientes rechinan
alzando el ruego
del cálido amanecer
que nunca llega. 

Tu cabello translúcido
visita casualmente
las cercanías
de tus pálidas mejillas. 

"¿Qué es hogar?" - me preguntas 

Hogar es tu suave piel
por la que mis dedos
suplican
por una última caricia. 

Tu pasión es fiera. 
Un apéndice presentado
como un aura crepitante. 
Y esta brilla, 
brilla
más que cualquier otra estrella
porque la más radiante
eres tú. 

Qué decir de esos engranajes
que nunca dejan de rotar. 
Y un día más
las agujas marcan
que es hora de revelarse. 
Bramar
ante el ocaso
de los incomprendidos

jueves, 18 de abril de 2019

Tan certero

Tan certero
que me soportaste segundo
y te gusté primero.

Tan certero
que ni la luna pude darte
y te ofrecí el mundo entero.

Tan certero
que nada es certero,
nada es certero.
Y lo supe de lleno,
lo supe de lleno,
que navegué en mi velero,
navegué en mi velero
de vientos sinceros,
vientos sinceros
y vetustos recuerdos,
vetustos recuerdos
que en mi mente entretengo,
en mi mente entretengo
en un ciclo eterno,
un ciclo eterno.

Tan certero
que te sigo escribiendo
a ti, pasado remoto
de oxidados reclamos,
y de tu voz sigo esclavo.
"¿Por qué sigo aquí?" - aún exclamo,
si perderme quisiste,
pero en mi mente aún te hallo.

Tan certero
trasnocho en este infierno.
De tus labios carezco
"¿Y tus labios?" - espeto
al indiferente agujero
que alberga mis ruegos -
"Su regocijo todavía recuerdo,
no logro entenderlo."

Será que es certero
que sin ti me muero, me muero
Será que es certero
que me encuentro deshecho
Será que es certero
que tus ojos almendra, tu liso pelo,
añoro, evoco... y las noches velo.

jueves, 24 de enero de 2019

Razbliuto

Yo, que dependí de musas y amores románticos.
De promesas quebradas de frágil sentimiento.
De esta vez sí, aunque esa vez no.
De navegar naves rotas por espejismos de míseros charcos.

Me condeno a esta prisión,
de versos vacíos
y te dedico estas líneas.
Así pues,
partimos.

¿Qué cuchilla usarás hoy para raspar mi corazón con delirios?
¿En qué río me tirarás mañana cuando recuerdes que nuestro algo no tiene sitio?

Bien, no es rencor sino angustia.
La palabra es un arma despiadada:
nos plantamos en su camino
porque aferrarse a la nada
nunca sanó, ni convino.

¿Qué sería de nosotros sin las mentiras?
¿Dónde estaríamos si dijéramos lo que sentimos
y sintiéramos lo que dijimos?
Un viaje en tren relativizaba nuestro amor,
pero no era la distancia la que nos separaba
cuando ni los buenos momentos nos mantenían cerca.

Y, como un suicida, me apuesto sobre este abismo.
Observo la infinita nada, oh, seductora,
sustentado por nada más que un hilo rojizo
que asegura ser sempiterno,
tentando la muerte de tu reminiscencia,
pero el salto de tu olvido no tiene fondo.

¿Qué veo ahora en el espejo?
¿Todo aquello que quería ser?
¿Todo aquello que debía ser?
¿Quién se arrimará cuando la noche llegue
y las voces me asfixien?

sábado, 19 de enero de 2019

Si esto llegó a ser amor

Voy a empezar diciendo
que yo nunca quise todo esto.
Soy ignorante, pero sé que lo merecí.
Tus memorias las percibo
como una forma fantasmagórica
en el globo ocular de mis deseos.
Y tú no fuiste ignorante,
fuiste tú.
A ti no te puedo describir,
tanto que te he escrito.


No es fácil hacer justicia
a esta dulce miel llamada soberbia.
Quizá te extrañe
que presuma de mis defectos,
Presumiría de mis virtudes
si las hallara.


Mis cicatrices
no son un prefacio de mis inseguridades,
son un augurio de mis heridas,
son un lienzo inacabado,
aún por despintar.


He estado esquivando
bañar de tinta estos pensamientos,
quizás nunca debieran salir de aquí.
Perdí mucho tiempo
ansiando que me añoraras.
Queriendo que me validaras
por todo lo que yo te quise,
sin saber cómo quererte.
Como decirle al granjero
que aprecie una escultura de paja.


Tendría que haber entendido
que estar sin ti ya es suficiente castigo
Que recordar tu sonrisa
floreciendo en el cementerio
de este impío horizonte sin dioses
no me traería más que chubascos.


Sé que siempre fui un iluso
por quererte de vuelta.
De ello solo puedo culpar
a mi sordo corazón
y a mi sardónico
e insaciable deseo.


Todo está oscuro,
pero mis ojos se acostumbraron.
No te sientas mal,
porque ya no siento nada:
Ni amor,
ni odio,
ni siquiera indiferencia.


Pienso mucho en ti,
eso nunca cambió.
Como una raíz que se plantó
hace ya mucho tiempo,
que nunca ha dejado de crecer
y cultivar mi mente.

viernes, 27 de abril de 2018

Título muy original

Me aterroriza la noche. Me aterroriza su silencio petrificante. Por eso le debo tanto a la música. De algún modo, pervertir mis pensamientos sustituyéndolos por los del vocalista de una banda que me esté transmitiendo lo mismo que estoy sintiendo. Es reconfortante escuchar esos propios pensamientos, pero con una voz que no es la mía. Mi voz me agota. No la soporto. No soporto ser consciente del mundo a mi alrededor, de discernir mi alma entre tantas otras y despreciar el valor que esta cobra cuando otras almas se encuentran con la mía. Y así me encuentro en esta interesante paradoja. Si estoy solo, significa que nadie puede hacerme daño. Sin embargo, quedarme a solas conmigo me deja en peor compañía, ya que mi opinión es más brutal que cualquier otra voz, y cualquier otra voz alimenta mi declive tan incesantemente progresivo, obrador de mi destrucción ineludible. Qué cuestión más interesante. ¿Cuán frágil es nuestra existencia? Tan solo una lucecita en un universo vacuo de infinita oscuridad.


Ha cambiado mi forma de ver las cosas desde que la nube apareció. Cobra la forma de unas garras que me contienen cuando tiento al destino asomándome a este abismo de libertad eterna. Tentación y contención son palabras que no casan bien. Por ahora, contención es sinónimo de tesón en la lobreguez de mis noches, y de gala me visto cuando esta nube de personalidad convincente me pretende e invita a un baile lento y desvaído.


Me estoy desviando. Como iba diciendo: la vida es aquel continente cuyo volumen varía según nos ocurren cosas que causan un cambio de introspección constantemente retroalimentado por nuestras experiencias. A día de hoy, pienso en ello de una forma relativamente positiva. Todo a mi alrededor fluctúa irregularmente, lo cual me hace darme cuenta del contraste que existe con respecto a lo regularmente opaca que es mi existencia. Y es entonces cuando brota la pregunta dentro de mí: ¿qué puedo hacer para transmutar ese color mate marchito en algo igualmente mustio, pero cuya percepción pueda ser disfrazada de vívida, dado que mi día a día parece seguir su ritmo, por ahora, continuo?


De ahí surge una nueva doctrina interior dentro de mí. Llamémosla pensamiento crítico-ético. Apuesto que tú, lector, detrás de tu pantalla (probablemente infestada de un número alarmante de gérmenes), debes estar cavilando: “y bien, querido escritor, tienes mi inefable atención, cómo es que aplicas esta nueva filosofía tuya, tan interesantemente planteada?”. Pues bien, poseedor de innumerables bienes materiales y espirituales promovidos por una serie de ideales capitalistas o simplemente por imposiciones estúpidamente aplicadas por una sociedad egoísta y despiadada, te voy a responder: en cosas tan banales y a las cuales tan sencillamente podemos acceder como abandonando el consumo de alimentos de origen animal (aquí es donde el lector demasiado orgulloso como para cuestionar su propia moral calculo que dejará de leer), limitando mis compras y adquisiciones -en la medida de lo posible- a aquello puramente necesario (ojo, comprendo un capricho casual aquí y allá, pero nunca entenderé a aquel que invierte todo su trabajado dinero en ropa y zapatos nuevos mes sí y mes también; pensarías que las personas que ejecutan esta práctica caerían en lo estúpido de la situación, la codicia puede llegar a nublar mucho la mente del que ya es ciego), o intentando hacer del mundo un lugar un poquito menos insoportable para el resto de personas que se cruzan por mi vida, tratándoles -me flipa que esto no sea conocimiento universal- lo más educada y agradablemente que mi horrible personalidad me permita.

Y bien, esta entrada ha pasado de ‘pozo donde despojar mis apasionantes (lo sé) pensamientos’ a ‘pozo originalmente utilizado como ubicación para mis apasionantes pensamientos, posteriormente aprovechado para cosas más positivas que quizás sirvan de algo’.


Mejor dejo de escribir ya.


Qué difícil es darle final a los escritos.


Popó.

domingo, 15 de octubre de 2017

Nuevas perspectivas

Una vez me dijo un buen amigo: “Aquello que fue, no volverá a ser igual. Distinto, seguro; quizás mejor, quizás menos mejor”.

No hay dicha que le aventure al iluso que pretenda avanzar volviendo la mirada. Pensad en aquel ser especial que estuvo y ya no. ¿Cómo le recordáis? ¿Con rencor y angustia? ¿O puede que con mimo y cariño? ¿Quizás con indiferencia? No. Si eso es lo que sentís, quizás no fuera tan especial. O no hayáis sido capaces de perdonar aquello que hizo. Quizás no os perdonéis a vosotros mismos, o prefirierais ahorraros un dolor mayor ante un desastre inevitable. Quizás ya no ronda vuestra mente con la misma frecuencia, pero sigue estando ahí. Brota en vuestra mente en el suelo estéril que formó un cambio de ciclo. Cuando menos lo esperáis. Aquel libro que os recomendó. Aquella canción que empieza a sonar que hace emerger su imagen. Aquella frase que dijo en el momento justo, cuando más necesitabais. Aquel beso que rompió y reinventó lo que en aquel entonces era vuestra percepción de felicidad más pura. Aquellas dudas que os atormentaban, que ahora resolvéis con la facilidad de un puzzle de dos solas piezas, pero cuya muesca vuestra inseguridad deformaba. Aquel hilo rojo que os mantendrá unidos para siempre. Pienso que eso es algo muy bonito. Esos recuerdos ya no se irán. Los buenos os formaron. Los malos os formaron. Vuestro yo actual, se lo debéis a ese ser especial.


Aquello que fue, no perece. Podrá dejar de ser, pero permanece.